
BIENVENIDOS A MI GALERÍA
Este es un espacio donde la pintura se encuentra con la emoción. Siéntete libre de dar un paseo virtual por mis obras, y si alguna te resuena, no dudes en ver si está disponible.
Tu mirada completa la obra, así que, ¡adelante! entra y descubre.

Entre pliegues, grietas y calma, se alzan las montañas como guardianas del cielo. Este espejo imita la serenidad de la nieve y la fuerza contenida en la roca, una fusión entre quietud y grandeza.

Inspirado en la pureza de los glaciares, este espejo transmite la calma del Ártico, un lugar donde el silencio brilla y la luz se fragmenta en infinitos matices de azul. La textura helada que lo bordea simboliza la frontera entre el mundo que reflejamos y el que guardamos en nosotros.

Hécate es la antigua diosa griega de la noche y los caminos ocultos, guardiana de las encrucijadas y de la luz que guía entre sombras. Representa la intuición, el poder interior y la claridad que nace en la oscuridad. Entre velos de sombra y destellos de plta,a la noche guarda un secreto, no todo lo oscuro es ausencia de luz. Hay una llama serena que guía desde dentro, un brillo que no necesita sol para existir. En esta Luna, la intuición despierta y los caminos se abren.

La Luna nos recuerda que la luz no siempre es propia, que a veces basta con reflejar lo que se recibe para iluminar el mundo. En su superficie habita el silencio, el ciclo, la transformación. Es testigo de lo que nace y de lo que se disuelve, de los secretos que solo se confían a la noche. Nocturna es quien encuentra refugio en esa quietud, quien camina entre sombras sin miedo, sabiendo que la oscuridad aguarda esa calma e intimidad con que envuelve lo que el día deja expuesto.

En la mitología inuit, Sedna es la diosa del mar helado, madre de las criaturas marinas y guardiana de los fondos oceánicos. Su historia habla de renacimiento desde la adversidad y de cómo, al sumergirse en las profundidades, se transforma en fuente de vida. Esa energía encaja a la perfección con la composición de mi obra, porque este cuadro respira Ártico. El turquesa recuerda el hielo translúcido, el blanco es la escarcha y la niebla, los grises evocan rocas. Todo emerge desde la profundidad.


En esta obra exploro la tierra como lenguaje visual. Relieves que evocan paisajes orgánicos y tonos que recuerdan a minerales y arenas en transformación. Es un cuadro que sugiere movimiento y calma a la vez, como un territorio íntimo en el que la materia se convierte en memoria.

Entre tonos cálidos que anuncian el fin del verano, emergen formas orgánicas que evocan la vitalidad y la fuerza de la diosa Freya. La textura vibrante sugiere un bosque en transformación, donde la naturaleza anuncia su tránsito hacia la calma invernal.

La luna parece vestirse de esquirlas de jade en su interior, como un secreto mineral. Se dice que guarda la esencia de la vida y la fortaleza del espíritu. Bajo su forma, su color verde y brillante, se convierte en un símbolo de equilibrio entre lo humano y lo infinito.

Aurora...no era solo un nombre, era un misterio. Viajera de cielos. Como las luces del norte, aparecía en silencio, iluminando la oscuridad ártica con un resplandor que nadie podía ignorar. En su mirada habitaban los cielos boreales.

Hay noches en que mirar la Luna es la única forma de sentirse acompañado. Nos mira desde lejos pero parece entender algo de nosotros.

Sin prisa, la vida no siempre exige velocidad, sino presencia. en su quietud, esta obra muestra desde el arte, la mirada de simplemente ser.

El mar de casa visto desde el cielo...como si el alma recordara cómo se ve volando. Rocas que guardan historias y aguas que lo curan todo.

Esta obra nace desde la conexión con lo sutil, es una manifestación canalizada de energía, donde desde la calma, tu esencia puede resonar cada día.

Sostiene la Luna como si resguardara un sueño. Entre la inmensidad del universo y la fragilidad del anhelo, el guardián custodia su tesoro más preciado.

Es la mirada sin filtros, donde el mundo refleja con verdad y asombro. En sus ojos, la inocencia se vuelve faro y la experiencia, apenas un murmullo distante.

Esta composición respira desde la tierra, evocando paisajes íntimos de playa y desierto. Una pieza que invita a la contemplación, al tacto y al silencio.

Esta dualidad recuerda a arenas suaves acariciadas por la brisa. La calma se despliega en cada rincón, como una invitación a detener el tiempo. Su quietud transmite serenidad, pero a la vez insinúa un movimiento sutil que invita a contemplar sin prisa.

Asteria, Diosa de las estrellas fugaces y los oráculos nocturnos. Esta obra inspira el momento en que la materia y la luz se encuentran en un instante cósmico. Minerales, azulejos y texturas irrumpen en la superficie como meteoritos que dejan su huella, evocando el misterio del universo y su fuerza en constante movimiento.

Como una nebulosa que nace del caos estelar, así la vida se forma en el misterio, difusa, luminosa y siempre en expansión hacia lo desconocido.

Luna de lava habla de la transformación profunda. En ese instante en el que todo cambia por dentro, sin hacer ruido. Una parte arde y se enciende, otra guarda silencio y se retrae. Y en ese diálogo en el que solo hay presencia, encuentra su forma.

Un trocito de mar hecho arte. Esta obra trae la frescura de las olas y la magia de la orilla directamente a tu hogar.

Texturas que evocan cráteres celestes y espirales del tiempo, como si la luna hubiera dejado su huella en la tierra.

Esta obra no solo se mira, se respira. En un instante eterno de serenidad, un océano interior pintado con la esencia del descanso, para recordarte que la paz también es arte.

Esta obra transmite una mezcla entre fuerza, liberación y conexión con algo superior. Todo envuelto en una atmósfera dorada y fluida. Es un momento suspendido, donde todo lo externo desaparece y solo queda la luz que brota desde adentro.

Es un portal de quietud donde sus minerales orbitan como guardianes de la mente. Mientras el polvo estelar acompaña el fluir de los pensamientos, encontrando un espacio de absoluta calma.

Esta obra nace del silencio emocional que sentimos cuando el alma se hunde pero no se rinde. Es una mezcla entre melancolía y fuerza interior. Sumergida en el mar profundo pero latente, atrapada en su océano donde aun hay esperanza. Su esencia sigue viva y conectada con la belleza que la rodea.

El océano se arremolina en su interior con un ritmo hipnótico. Las corrientes parecen bailar en espirales de calma y misterio. Es una luna que se mueve aunque permanezca inmóvil.

Esta obra es el eco de una tierra seca, que incluso sin agua, tiene fuerza y memoria. Canalicé en ella la certeza de que hasta lo más estéril guarda una naturaleza viva y salvaje.

Una luna que brilla como un faro sobre aguas en calma. Sus formas parecen danzar en una coreografía de luz marina en mitad de la noche. Así es observada ante la mirada de los más románticos. Es una pieza que transmite fuerza, energía, ganas de respirar hondo y sentir la brisa del mar.

Como la posidonia en el fondo del mar, la vida enraíza en lo invisible. Silenciosa, y tenaz, tejiendo oxígeno para los sueños.
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